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04 septiembre 2006

mucha suerte

Espero que sepas quienes somos; qué pasa con lo que íbamos a ser y no fuimos, impedidos por los idiotas. No tenemos suerte (¿o deberíamos secuestrar a la suerte y hacerla trabajar para nosotros?) o es sólo una forma de ver las cosas. Si el colectivo viene lleno, decimos “nunca tengo suerte”. Lo decimos siempre que las cosas no salen como esperamos. Alguien que no espera nada no puede tener mala suerte (esto es discutible, ya lo sé, no se indignen).

Pueden suceder cosas formidables aun no esperando que sucedan, pero eso no es suerte, lo siento, es una ilusión de suerte (la única certeza es que nuestro cerebro parece engañarnos continuamente). Frustración tras frustración, porque esperamos. La esperanza no es más que una prostituta.

Como a Oliveira, nos duele el mundo, nos revienta la circunstancia. ¿Que podemos hacer si la coyuntura, la disposición de las cosas es desfavorable y la impresión de la conspiración continua no deja de conspirar contra nosotros? Nada, ellos harán todo. ¿Nuestra poca o mala suerte se la debemos a Dios? No, Dios no juega a los dados con el universo, juega al poker (y nunca le toca una escalera real al Ass).