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01 noviembre 2006

Bolsas negras

Me molesta esa lamparita intermitente. Está rota. Ya sé, debo cambiarla, pero no aún. Las noches son mosquitos dando vueltas a esa lámpara en el techo, los vuelve locos, los confunde. Ellos deben pensar que lo hago a propósito, pero no, soy inocente.
Mi pieza: los vasos casi vacíos, el cenicero rebozante de chicles, los papeles tirados todo alrededor; este guión me está matando. Olvidé, el café. ¿Cuanto café puede tomar una persona? ¡Por dios! Aun así no me despierto, no me inspiro, y el robo comienza. Eso es lo que hago, pero robar no es copiar. Las reminiscencias de ella, las intermitencias de su personalidad y sus lamentos, me las apropio impunemente. Espero no ser juzgado por ello, aunque lo seré.
No sé por qué me puse a pensar en las fotos familiares. En los interminables álbumes que nadie quiere ver. Sacamos fotos para recordar cosas olvidables, momentos fingidos, artificiales; nada más hipócrita que la pose frente a la cámara, abrazados y dejando la risa congelada (mostrando todos los dientes, obvio) por varios segundos hasta que el clic se oye y volvemos a ser nosotros mismos. Pero aun así necesito de las fotos; necesito que existan esas costumbres para escribir todo esto.
Cuando reconstruyo todo me jacto de haber armado el rompecabezas con pocas piezas; hay agujeros por todos lados pero puedo ver la imagen completa.
En la vereda está tranquilo a estas horas, ya no pasan colectivos. Acá afuera la maldita lamparita intermitente también me atormenta. Hoy no pasó el camión de basura y las moscas se amontonan en las bolsas negras.
Miraba las bolsas y sentí algo (como un deja vú, digamos), y recordé esa tarde cuando tenía 4 o 5 años. Era verano y las tardes estaban hechas de dibujos animados. Aquél día fue distinto; hacía calor y las persianas estaban bajas, y el televisor no estaba prendido. La oscuridad acechaba. Mamá estuvo siempre conmigo, pero no hablamos. Recuerdo estar tirado en el piso garabateando en una hoja de papel y ahora puedo verla, mi madre lloraba. Sé que luego fue a sacar la basura (en la misma bolsa negra) y me quedé solo. Se demoró eternamente, odiaba que me hiciera eso. La puerta estaba cerrada y me tome de la manija por un largo rato. Ahí quedé hasta que ella volvió con la misma bolsa en la mano y la dejó por ahí; nunca entendí por qué entraba la basura. Quizás es lo que hago yo, ahora.

1 Comments:

At 2/06/2007 12:57 p. m., Anonymous Anónimo said...

NO ENTENDI

 

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