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03 noviembre 2006

En el futuro

En el futuro, la gente no tendrá que viajar. Habrá una silla especial en donde uno se sentará y serán las ciudades las que se muevan. Tokio, París, Burzaco, en fin, las grandes capitales irán pasando, una a una, frente al ciudadano cosmo o monopolita, o viceversa. Conocer el mundo será accesible a cada uno que tenga la silla, aunque también se inventarán bañaderas de este tipo, para estar limpio mientras uno visita el Partenón o la Fontana di Trevi.

En el futuro, el tiempo no se podrá desperdiciar fácilmente. Así, no habrá tiempo libre para rascarse el ombligo. Alarmas instaladas en cada hogar sonarán ante el menor indicio de pereza, a lo que uno deberá responder pintando el cerco o dando una vuelta manzana. Dormir estará prohibido. Asimismo, cabecear en el bondi.

En el futuro, la gente podrá leer los pensamientos de los demás con sólo un dispositivo muy barato, disponible en todos los kioskos. Una aventura amorosa será cosa del pasado, de lo contrario, la esposa/o esperará a su cónyuge y al llegar a su iglú (las casas inteligentes del futuro – más inteligentes que el dueño, seguro-) lo hará viajar (con la silla que mencionamos anteriormente y con el debido respeto) a la mismísima concha de la lora, que dicen que queda en Medio Oriente.

En el futuro, será obligatorio ser socialmente activo y feliz. Nada de recluidos, antisociales o ermitaños, si aparece alguno lo mandamos a una isla solitaria. Los celulares serán obsoletos, ya que si uno quiere estar o hablar con una persona, sólo lo pide en voz alta dos o tres veces y te aparece el tipo/a ahí al instante en el baño, en la azotea o en la cama.

En el futuro estudiar no será tan engorroso como ahora. A los infantes les pondrán un chip en el ombligo (por eso no hay que rascárselo) y podrán conectarse a un transfusor de datos conocido como “El Transfusor”, y en dos minutos te sabés todas las capitales o como hacer un vitel tone bien rico.

En el futuro, vos decís “¡la puta, está nublado, justo que quería ir al zoo!” y te aparece la jirafa o el hipopótamo en el living y se miran juntos una de James Bond. La alimentación del animal corre por cuenta del cuidador, que también se prende en la tarde de cine en tu iglú.

En el futuro, no se podrá llegar tarde jamás, ya que tocás rewind o retroceder y entrás a tu laburo en horario, o si te mandás una torpeza apretás el botón deshacer (que te insertaron en el culo) y podés volver a equivocarte las veces que quieras, prácticamente.

En el futuro, todo será distinto, excepto el huevo frito, el papel higiénico y la pasta frola*, que seguirán siendo como ahora.

N. del A.: este cuento ya fue posteado anteriormente en el blog que haciamos con vb; pero consideré que merecía una segunda oportunidad antes del olvido y la llegada del futuro.

* pasta frola suplantó a ruleta porqué hoy pasé por una confitería y vi una en la vidriera y me pareció más pertinente a este día.

1 Comments:

At 11/03/2006 2:08 p. m., Anonymous Anónimo said...

Yo... he visto cosas que vosotros no creeríais... atacar naves en llamas más allá de Orión, he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta Tannhäuser.

Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.

Es hora de morir.

— Roy Batty (Blade Runer, 1982)

 

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