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15 noviembre 2006

See Ya*

Un hombre de mediana edad se ausentó de su trabajo, fue directo a su casa, prendió el televisor y se sentó en una silla. Se quedó ahí mismo sin hacer ningún movimiento, sin decir una palabra, sin responder al teléfono o al llamado de la puerta, sin inmutarse ante los gritos que daba su mujer desde el otro cuarto.
El hombre no se movió nunca más y fue grande la sorpresa de su esposa cuando vio que su marido se había convertido en una silla. Así que para no desaprovecharlo apoyó sobre él su ropa usada y sucia. Ahora, al menos, su marido-silla le serviría para algo.


* este cuento fue publicado originalmente en Reflecine. Lo vuelvo a postear porque sí. Le cambié el nombre también porque sí.


1 Comments:

At 11/16/2006 5:28 p. m., Anonymous Anónimo said...

ah no no no no...no lo puedo creer.
esa idea era miaaaaa

 

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