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18 enero 2008

No más

Amigos de Run Gorda, este blog está suspendido en el aire de la indeterminación y el tiempo. Así que, si quieren seguir leyendo nuevas formulaciones sobre la nada, pueden encontrarme bajo el nombre de Gürú en el nuevo blog que armamos con un grupo de amigos e inadaptados sociales:
http://quemiseriache.blogspot.com/

Saludos y nos vemos allá

22 junio 2007

Algo está por reflotar

Vuelve RUN GORDA!!!
Proximamente, aquí mismo.

30 diciembre 2006

Les deseo un muy infeliz 2007

Voy a tratar de establecer una nueva lógica, digamos una anti lógica. Es evidente que los deseos no se cumplen, eso está de más decirlo. He visto a miles de millones perdir por la paz, por más trabajo, por la felicidad y por otras tantas cosas que no sé si existen realmente. Así que visto y considerando estas circunstancias horribles y apocalípticas en las que vivimos, lejos de todo progreso verdadero y llenas de desigualdad e infelicidad, pido o deseo lo siguiente:

¡¡¡Más guerras, más infelicidad, más desempleo, más injusticia y que el 2007 sea el peor de todos los años que la humanidad haya vivido sobre la tierra!!!

(Si el que está a cargo de satisfacer los deseos siempre se empecina en eligir lo contrario de lo que pedimos, pidiendo lo contrario quizás se cumpla lo que todos realmente deseamos).

Abrazos para todos!

22 diciembre 2006

Acuario

¿Cómo iba a saberlo? No podía saberlo porque uno sólo lo sabe cuando ya sucedió.

Juan se detenía frecuentemente frente al acuario cuando su mamá lo llevaba al colegio. Era casi un rito, una ceremonia, paralizarse con los ojos fijos en el vacío (que quedaba exactamente en el mismo lugar que el acuario), mientras su madre le tiraba del brazo para que siguieran camino. Él, hipnotizado por el acuario, sólo concentrado en llegar alguna vez a conocerlo por dentro; caprichos de niños, y madres que no pueden cumplir sus sueños; a veces, para mejor. Lo cierto es que cuando terminaron las clases, Juan iba todas las tardes a la plaza que estaba justo frente al acuario y se quedaba ahí solito viendo como los otros niños (siempre los otros) salían felices después de sumergirse en los profundos secretos de los marsupiales, las mojarritas, los pulpos.

El día llegó (fatalmente quizás) en que Juan, repleto de ilusiones construidas en la plaza de enfrente, ingresó al acuario con su mamá (que consiguió el dinero trabajando horas extras). Juan cerró los ojos al cruzar la puerta y los abrió una vez que los delfines pasaban por su lado, casi como si estuviera nadando junto a ellos pero claro, en una burbuja de aire y vidrio que los unía sí, pero los separaba escandalosamente. Juan sintió el encierro, perdió el aire, y las luces se le borroneaban en el alma. La madre no lo percibió (ella iba feliz disfrutando lo que había pagado y que por un momento era suyo –la posesión momentánea de la felicidad, le dicen-). Al rato, Juan giró sobre su eje, vio un tiburón, una manta raya, una corvina, y la puerta de entrada; más lejos, el banquito de la plaza de enfrente. Supo casi instantáneamente que era allí realmente donde debía estar, imaginando que algún día conocería los misterios del acuario.

21 diciembre 2006

Lennon desclasificado


20 noviembre 2006

Momentos históricos de lucidez

Un cronista de Crónica TV se encuentra con Andrés Calamaro en una manifestación hace ya algunos años (el período en que él estuvo alejado de los escenarios) y le hace ésta mini nota que reproducimos completa a continuación:

- ¿Qué te parece esto, acá con vallas, la policía, etc.?
- No, bueno… eh… situación de estupefacientes, fútbol, rock, sala de ensayos.
- ¿Solamente eso? (el notero totalmente perplejo ante la curiosa declaración)
- Eh?
- Solamente eso?
- ’chas gracias.

Simplemente genial...
’chas gracias

17 noviembre 2006

campo de hojas mojadas

15 noviembre 2006

Mis compañeros de trabajo

Les presento a algunos de mis compañeros. Empezando por la izquierda: yo, Majo, Daiana, Hernán, Romina y abajo, Santiago y Juje. Ahora que los conocen, si los ven por la calle, mandenles un saludo de parte mia.

See Ya*

Un hombre de mediana edad se ausentó de su trabajo, fue directo a su casa, prendió el televisor y se sentó en una silla. Se quedó ahí mismo sin hacer ningún movimiento, sin decir una palabra, sin responder al teléfono o al llamado de la puerta, sin inmutarse ante los gritos que daba su mujer desde el otro cuarto.
El hombre no se movió nunca más y fue grande la sorpresa de su esposa cuando vio que su marido se había convertido en una silla. Así que para no desaprovecharlo apoyó sobre él su ropa usada y sucia. Ahora, al menos, su marido-silla le serviría para algo.


* este cuento fue publicado originalmente en Reflecine. Lo vuelvo a postear porque sí. Le cambié el nombre también porque sí.


03 noviembre 2006

Los traspapelados

El título se refiere, ni más ni menos, a los que se perdieron entre los papeles. Uno piensa que no existen, que son pura ilusión o algo así como una forma de tapar otras cosas, pero no, existen y mucho. La gente entre los papeles es aquella que habita en la celulosa, blanca, rayada, y muchas veces con dos agujeros a los costados, también de tamaño A4 o Carta, o la muy temida Legal.

Esa gente, los traspapelados, muchas veces se pierden al cerrar los libros, como planteaba Borges, porque las letras se mezclan cuando dejamos de leer y cerramos el libro y se confunden unos con otros, tal como nos confundimos a veces y le echamos la culpa al traspapeleo.

Muchas veces, se les dice “limados”, cuando en realidad son un diamante en bruto y nunca en su vida vieron una lima; aunque sí estuvieron cerca de una cortadora de césped.

Un limado es, en realidad, quién fue tomado por las grandes manos de la realidad y pulido, lijado por la enorme lima que deja a uno del tamaño perfecto para caber en los casilleros cuadrados y beiges de la monotonía o la politonía, o lo que sea.

Esa gente no limada pero traspapelada, rompe el papel finalmente porque al no tener las puntas limadas, son nocivos para la débil celulosa, y se escapan, por ahí, para así al día siguiente traspapelarse de nuevo, porque son incorregibles, realmente.

En el futuro

En el futuro, la gente no tendrá que viajar. Habrá una silla especial en donde uno se sentará y serán las ciudades las que se muevan. Tokio, París, Burzaco, en fin, las grandes capitales irán pasando, una a una, frente al ciudadano cosmo o monopolita, o viceversa. Conocer el mundo será accesible a cada uno que tenga la silla, aunque también se inventarán bañaderas de este tipo, para estar limpio mientras uno visita el Partenón o la Fontana di Trevi.

En el futuro, el tiempo no se podrá desperdiciar fácilmente. Así, no habrá tiempo libre para rascarse el ombligo. Alarmas instaladas en cada hogar sonarán ante el menor indicio de pereza, a lo que uno deberá responder pintando el cerco o dando una vuelta manzana. Dormir estará prohibido. Asimismo, cabecear en el bondi.

En el futuro, la gente podrá leer los pensamientos de los demás con sólo un dispositivo muy barato, disponible en todos los kioskos. Una aventura amorosa será cosa del pasado, de lo contrario, la esposa/o esperará a su cónyuge y al llegar a su iglú (las casas inteligentes del futuro – más inteligentes que el dueño, seguro-) lo hará viajar (con la silla que mencionamos anteriormente y con el debido respeto) a la mismísima concha de la lora, que dicen que queda en Medio Oriente.

En el futuro, será obligatorio ser socialmente activo y feliz. Nada de recluidos, antisociales o ermitaños, si aparece alguno lo mandamos a una isla solitaria. Los celulares serán obsoletos, ya que si uno quiere estar o hablar con una persona, sólo lo pide en voz alta dos o tres veces y te aparece el tipo/a ahí al instante en el baño, en la azotea o en la cama.

En el futuro estudiar no será tan engorroso como ahora. A los infantes les pondrán un chip en el ombligo (por eso no hay que rascárselo) y podrán conectarse a un transfusor de datos conocido como “El Transfusor”, y en dos minutos te sabés todas las capitales o como hacer un vitel tone bien rico.

En el futuro, vos decís “¡la puta, está nublado, justo que quería ir al zoo!” y te aparece la jirafa o el hipopótamo en el living y se miran juntos una de James Bond. La alimentación del animal corre por cuenta del cuidador, que también se prende en la tarde de cine en tu iglú.

En el futuro, no se podrá llegar tarde jamás, ya que tocás rewind o retroceder y entrás a tu laburo en horario, o si te mandás una torpeza apretás el botón deshacer (que te insertaron en el culo) y podés volver a equivocarte las veces que quieras, prácticamente.

En el futuro, todo será distinto, excepto el huevo frito, el papel higiénico y la pasta frola*, que seguirán siendo como ahora.

N. del A.: este cuento ya fue posteado anteriormente en el blog que haciamos con vb; pero consideré que merecía una segunda oportunidad antes del olvido y la llegada del futuro.

* pasta frola suplantó a ruleta porqué hoy pasé por una confitería y vi una en la vidriera y me pareció más pertinente a este día.

01 noviembre 2006

Bolsas negras

Me molesta esa lamparita intermitente. Está rota. Ya sé, debo cambiarla, pero no aún. Las noches son mosquitos dando vueltas a esa lámpara en el techo, los vuelve locos, los confunde. Ellos deben pensar que lo hago a propósito, pero no, soy inocente.
Mi pieza: los vasos casi vacíos, el cenicero rebozante de chicles, los papeles tirados todo alrededor; este guión me está matando. Olvidé, el café. ¿Cuanto café puede tomar una persona? ¡Por dios! Aun así no me despierto, no me inspiro, y el robo comienza. Eso es lo que hago, pero robar no es copiar. Las reminiscencias de ella, las intermitencias de su personalidad y sus lamentos, me las apropio impunemente. Espero no ser juzgado por ello, aunque lo seré.
No sé por qué me puse a pensar en las fotos familiares. En los interminables álbumes que nadie quiere ver. Sacamos fotos para recordar cosas olvidables, momentos fingidos, artificiales; nada más hipócrita que la pose frente a la cámara, abrazados y dejando la risa congelada (mostrando todos los dientes, obvio) por varios segundos hasta que el clic se oye y volvemos a ser nosotros mismos. Pero aun así necesito de las fotos; necesito que existan esas costumbres para escribir todo esto.
Cuando reconstruyo todo me jacto de haber armado el rompecabezas con pocas piezas; hay agujeros por todos lados pero puedo ver la imagen completa.
En la vereda está tranquilo a estas horas, ya no pasan colectivos. Acá afuera la maldita lamparita intermitente también me atormenta. Hoy no pasó el camión de basura y las moscas se amontonan en las bolsas negras.
Miraba las bolsas y sentí algo (como un deja vú, digamos), y recordé esa tarde cuando tenía 4 o 5 años. Era verano y las tardes estaban hechas de dibujos animados. Aquél día fue distinto; hacía calor y las persianas estaban bajas, y el televisor no estaba prendido. La oscuridad acechaba. Mamá estuvo siempre conmigo, pero no hablamos. Recuerdo estar tirado en el piso garabateando en una hoja de papel y ahora puedo verla, mi madre lloraba. Sé que luego fue a sacar la basura (en la misma bolsa negra) y me quedé solo. Se demoró eternamente, odiaba que me hiciera eso. La puerta estaba cerrada y me tome de la manija por un largo rato. Ahí quedé hasta que ella volvió con la misma bolsa en la mano y la dejó por ahí; nunca entendí por qué entraba la basura. Quizás es lo que hago yo, ahora.

30 octubre 2006

Conferencia: María Julia Oliván

El jueves pasado asistimos a la charla que María Julia Oliván brindó en la UP. Contestó las preguntas del público y habló sobre temas como el compromiso que debe tener el periodismo con las causas sociales, como construyó su carrera, como fue trabajar con Jorge Lanata (a quién admira) y como es hacer La Liga.
Antes de despedirse le robamos con Majo ésta foto. Realmente, una muy buena periodista y además, muy simpática.

26 octubre 2006

segundos difusos

Es como si no pudiera sostener ninguna conversación, evitar que se desbarranque y se estrelle contra la gran aspiradora que es la vida o la realidad o como quieran ignorarla. Íbamos sentados atrás, en el fondo del colectivo, allá donde somos los últimos, los que pueden ver a todos los demás y donde pasamos desapercibidos. En silencio por unos segundos (esa horrible mentira que son los segundos), descubrí o acepté que las lagunas de la mente estaban tan secas otra vez. A veces, en épocas de lluvia uno se zambulle en esas lagunas profundísimas donde no llega el sol y uno se pierde como que no sé porque se me hizo que me había perdido, pero no.

No hay nada más abominable que la normalidad. Vemos sólo disfraces, la realidad disfrazada, diría algún intelectual que empezaba a ser comprendido. A uno le enseñan a leer entre líneas, y entre esas líneas hay puntos, y entre esos puntos no hay nada más que ideología. Aun así, nunca nos sacamos los anteojos para leer.

Si hay algo que es engañoso, esa es la memoria. Es que ella reconstruye todo a su antojo, reforma los colores, las personas, los monstruos. Desearía que te acuerdes, pero sólo me quedo en el deseo de completitud. El deseo de que me reconozcas, al lado tuyo en el colectivo estoy yo sentado y ni siquiera una sonrisa disfrazada de sonrisa.

La chica olvida todo, lo reformula y me lo vende en paquetitos de diez gramos. Que fácil sería compartir experiencias envasadas, rotuladas, y adornadas pertinentemente con colores o formas o triangulitos. La chica estará pensando que yo estoy pensando en algo. El laberinto lo construye uno; uno mismo no quiere salir de él y sigue poniendo paredes y ladrillos y cemento, justo delante de donde reposa el pie derecho o el izquierdo.

20 octubre 2006

Banksy: el artista guerrillero

Ya se convirtió en un clásico de Londres y otras grandes ciudades del mundo, Bansky, el artista que deja sus particulares obras de arte plasmadas en las paredes de las metrópolis.

En una de sus últimas exposiciones criticó el problema de la pobreza instalando un elefante en el medio de una habitación (foto) y dijo:"Hay un elefante en la habitación. Hay un problema sobre el cual nunca hablamos. El hecho es que la vida no se está volviendo más justa y que 1.7 mil millones de personas no acceden a agua potable y 20 mil millones (sic) viven por debajo de la línea de pobreza. Para colmo, cada día, cientos de personas se enferman por artistas idiotas que muestran sus obras y dicen que el mundo anda muy mal pero no hacen nada al respecto. ¿Alguien desea una copa de vino gratis?".

Buscado por la policía Británica y de otros países por lo que no se sabe mucho de su identidad ni su paradero, el mes pasado logró infiltrar en Disneylandia un muñeco con un mameluco naranja y la cara tapada por una bolsa negra que simulaba ser un detenido de Guantanamo, criticando el trato inhumano que reciben los presos.
Su lema: "es más fácil obtener perdón que permiso". Con esa premisa sale a la calle y entra a los museos a cuestionar mediante el arte el mundo en que vivimos.

Web Oficial: www.banksy.co.uk