Satán en...
Antenas. ¿Qué estará pasando por aquí? ¿Por los azulejos, por la ropa, por el mismo cuerpo? Ondas que atraviesan los espacios, todo está contaminado, tal vez. Pero las antenas miran al cielo, serán religiosas, que sé yo.
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Antenas. ¿Qué estará pasando por aquí? ¿Por los azulejos, por la ropa, por el mismo cuerpo? Ondas que atraviesan los espacios, todo está contaminado, tal vez. Pero las antenas miran al cielo, serán religiosas, que sé yo.
Dejó el cuchillo y la taza en la bacha; les pegó una lavada. Miró alrededor el silencio y se sentó a leer el diario de hoy. Página a página sintió los embates de la guerra; fue un soldado herido; un campesino despojado de su tierra; un miserable asesinado por unos centavos en Villa Celina; un desaparecido que recuperaba su identidad; una familia destrozada por un misil en segundos. Posó su mirada en los avisos fúnebres; estrella, cruz, cruz, estrella, cruz. En el cuarto de al lado, la noticia de mañana agonizaba de cinco puñaladas.
Una neuróloga norteamericana editó el libro The Female Brain, (El cerebro femenino) y concluyó, entre otras cosas, que las mujeres hablan 20 mil palabras por día mientras que los hombres sólo siete mil.
Ayer descubrí 3 cosas:
Corrían los cincuentas, y resulta ser que este individuo era conocido por adulterar los ingredientes de la receta original (celosamente respetada por quien se precie de ser un panadero con todas las letras), agregándole un toque de un condimento afrodisíaco secreto, y las chicas que las compraban (en el barrio eran muy populares sus tortas alemanas) solían probarlas ahí mismo (ansiedad, que se llama) reaccionando ante el mostrador con una excitación ¡que te la voglio dire!, como diría mi abuelo italiano. Muy rara vez Cándido se aprovechaba de las chicas (en general, disfrutaba viéndolas contornearse sensualmente – un voyerista, el Don Candido -), aunque supo tener sus aventuras en la parte de atrás con la masas secas dando vuelta, el horno prendido y alguna que otra baguette ambientando el bulín/cocina.
Lo peor llegó cuando el sátiro panadero empezó a atender a las chicas, sus madres y sus abuelas. Todas querían estar con él y no daba abasto. Pero no podía cambiar la receta, era un éxito y las tortitas se vendían como pan caliente. Incluso, con las ganancias de las altas ventas, había remodelado la parte de atrás, de forma tal de poder atender a sus clientas con mayor comodidad.
Cándido era un sex symbol y todo se lo debía al ingrediente secreto, ya que antes no le iba muy bien con las mujeres. No se le conoce ninguna novia, amante o “amiguita” con la que haya estado previamente. Ahora estaba enfermo de sexo, necesitaba ser internado, no podía controlar su adicción, digamos.
Moralmente hablando, era cuestionable lo que hacía, pero comercialmente era un éxito. Y sexualmente también. Era frecuentemente invitado a comer a la casa de sus clientas y, por supuesto, llevaba sus tortitas de la suerte.
Cuando se devaluó la moneda, allá por los sesentas, el ingrediente secreto de las tortitas, el cual era importado, se tornó inaccesible para Candido. Considerando este problema macroeconómico, decidió seguir produciendo las masitas igualmente, sin incluir el raro elíxir al que le debía su exito con las mujeres. Ellas siguieron exitándose cada vez que iban a la panadería, lo veían a Candido y probaban sus tortitas.
Candido Fernandez nunca probó su especialidad, temía que no le gustase.
Me preguntaba si la inseguridad era una sensación o una realidad (como dice Crónica en la placa que acompaña la nota). Me preguntaba que se ganaba con que la gente sintiera inseguridad. Pensemos un minuto en las películas Hollywoodenses. En toda película de catástrofes, en donde es inminente un ataque terrorista o extraterrestre o gubernamental, se invoca la siguiente premisa: la gente no debe enterarse para que no cunda el pánico y la evacuación pueda ser más ordenada. Bueno, de seguro eso no pasa estos días en que estamos siendo constantemente bombardeados por alertas antiterroristas, o sin ir tan lejos, titulares y noticieros que nos generan incertidumbre, rechazo a salir a la calle después de ciertos horarios y a desconfiar del que está al lado nuestro, aquí mismo, sí, en Argentina.
La gente tiene miedo, está culturalmente condicionada para sentirlo. ¿Es tal el nivel de robos, asaltos y secuestros, como para tomar tantas precauciones como si estuviéramos en zona de guerra? Los índices del delito en nuestro país no son muy diferentes a los de los demás países, incluso son menores, si tenemos en cuenta, por ejemplo, que en Estados Unidos (lo más cercano al paraíso de la libertad para muchos) mueren más de 10 mil personas por año por causa de armas de fuego.
¿Por qué necesitan que la gente sienta miedo? Cuando uno tiene miedo, se paraliza, no cuestiona. Cuando muchos tenemos miedo, nos angustiamos, luego empezamos a odiar lo que nos genera el miedo y luego lo destruimos. El miedo trae sufrimiento, como dice Yoda.
Estaba en el Easy esperando ser atendido por la cajera y miraba las cintas trasportadoras de gente. Inmóviles, casi zombis, se desplazaban o los desplazaban a una velocidad irrisoria y sólo atinaban a respirar, un pelado, una señora, cientos de ellos. Sólo los niños siguen sin saber que es la inseguridad (agradezcamos eso). Me hizo acordar a esos juegos de los parques de diversiones donde los muñecos se mueven loopeados ad infinitum y uno los ve y se ríe. Pero es para llorar.
O la señora dispuesta a descender del colectivo, que cuando alguien se acerca a ella, (porque también quiere descender) lo mira de reojo con desconfianza como si fuera un delincuente, un “negrito” que parece amenazante.
La inseguridad se mete en la sangre, cambia costumbres, genera trabajo. Agencias de seguridad, policías, abogados, alarmas, blindajes, celulares, son tan sólo algunos de los rubros que se benefician con ella.
Es una cuestión económica y política. Mientras haya inseguridad veremos la vida a través de la televisión y nuestro vecino será el enemigo. Pero seguiremos comprando para calmar la ansiedad, para olvidar que hay inseguridad.
En su nuevo documental ¿Quién mató al Auto Eléctrico?, el cineasta Chris Paine sostiene que los responsables de su muerte fueron los fabricantes de autos y las empresas petroleras -que actuaron con complicidad y cínicamente-, los consumidores apáticos, así como la falta de compromiso de los gobiernos y entes reguladores.
Lo que me hace pensar que el mundo no evoluciona constantemente, el hombre no aplica sus nuevos conocimientos para mejorar el mundo, sino que el objetivo es el siguiente: acabar con los recursos de los cuales unos pocos son dueños, que les generan beneficios y luego, recién después de eso o un poco antes de que se acaben completamente, se sentarán los think tanks yanquis a desarrollar nuevas tecnologías y determinar la mejor manera de expropiar por la vía militar los recursos que sirvan de insumo, y así, asegurarse las ganancias por otros cientos de años. Siempre y cuando sean sólo unos pocos los que las obtengan.
Hablando de todo un poco, Syriana es un término usado por los think tanks de Washigton para describir una hipotética reestructuración pro occidente, pro libre comercio de Medio Oriente. ¡Ya la tienen toda pensada, tomá!
Nota de referencia: La Nación
Tiempo de Valientes | Damián Szifron | Argentina (2005)
Comedia, policias y psicólogos, y el engaño como eje de la trama. Buenas actuaciones de Peretti y Luque.
Calificación: 4 GORDAS